Gustavo Hojman.
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Es bueno verse bien, pero mejor es estar bien", dice el dr. Osvaldo Andoniades, presidente de la Sociedad Argentina de Flebología. "Muchos creen que las várices son sólo un problema estético, ya que al principio no hay síntomas molestos —continúa—. Pero con el progreso de la enfermedad comienzan a aparecer la sensación de cansancio, pesadez, escozor e hinchazón de pies y tobillos". Además, cuando el flujo sanguíneo se vuelve lento a causa de las várices, pueden aparecer cuadros más graves como flebitis, trombosis y úlceras de la piel.
Las várices son la consecuencia del aumento de la presión en el sistema de retorno venoso que conduce a la dilatación progresiva de las venas. "La contracción de los músculos de las piernas impulsa la sangre en contra de la gravedad. La sangre se ve impedida de retroceder gracias a unas válvulas muy finas y que tienen las venas en su interior", explica el cirujano vascular Alejandro Fabiani, del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires. "Cuando estos mecanismos fallan, la sangre queda acumulada, haciendo que las venas se dilaten y presenten ese aspecto gris azulado característico".
Para César Sánchez, director de la Fundación Flebológica Argentina, la enfermedad varicosa "puede variar desde las telangiectasias, conocidas como arañas vasculares o derrames y que básicamente representan un problema estético, hasta las várices que son verdaderos cordones palpables. Y es común observar en un mismo paciente la asociación de las diferentes formas".
"No se ha identificado una causa única que produzca esta enfermedad pero suele existir una predisposición genética", comenta Andoniades. Y agrega: "No obstante, también son producto de factores que predisponen al cuerpo a generar insuficiencia venosa y várices, como el estar de pie demasiado tiempo, el sobrepeso, el sedentarismo, el consumo excesivo de alcohol y tabaco y, por sobre todo, la acción de las hormonas femeninas".
En cuanto al sobrepeso, no distingue género, y logra que los hombres también presenten várices y derrames. La tendencia de los obesos al sedentarismo, sumada a la musculatura poco desarrollada, conspiran contra el correcto funcionamiento del sistema venoso, concuerdan los expertos. "Mientras se está de pie o sentado sin hacer ejercicio, se dificulta la circulación por las venas", advierte Sánchez.
Los especialistas coinciden en que la solución definitiva viene de la mano de diversos tratamientos quirúrgicos que logran aislar el vaso dilatado de la circulación venosa. Los métodos más difundidos por su efectividad y practicidad son las inyecciones esclerosantes y la microcirugía. El primero, especialmente indicado en pequeñas várices y derrames, consiste en la introducción de una sustancia en el interior del vaso, que termina por colapsar y desaparecer. Las várices de mayor calibre pueden quitarse mediante microcirugía. Esta técnica, realizada con anestesia local y con un instrumental semejante a una aguja de crochet, deja cicatrices tan pequeñas que son prácticamente invisibles. Por cierto, los especialistas reconocen que estas técnicas tienen algunos inconvenientes en la temporada de calor. Entonces es necesario utilizar un vendaje elástico y no tomar sol durante varios días después del tratamiento.
"Bajo esas circunstancias es posible adoptar algunas medidas cosméticas y terapias físicas hasta encontrar el momento oportuno de realizar el tratamiento que solucione el problema de fondo", conviene la cosmiatra Angela Martino, auxiliar de dermatología del Hospital Posadas. Para ello se revela eficaz la aplicación de masajes con productos naturales que brindan sensación de alivio y confort. Para aquellas personas que prefieren posponer el tratamiento definitivo para después del verano y al mismo tiempo no ocultar las piernas, existe la opción de disimularlas con autobronceantes.
Durante los últimos años, la flebología se ha enriquecido con nuevos tratamientos no convencionales. El tratamiento con rayos láser a través de la piel se revela ideal para eliminar, en tres o cuatro sesiones, las venitas y derrames más superficiales. Si se trata de várices de mayor calibre, puede ser eficaz el tratamiento con láser endoluminal. Es un procedimiento por el cual se introduce un fino catéter que emite láser en el interior del vaso afectado. El calor de los rayos termina por cerrar la vena enferma, que luego desaparece tal como sucede con las inyecciones esclerosantes.
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